viernes, 4 de abril de 2008

Selección de Mitos y Leyendas Universales. 1º medio

I- Leyenda en torno al Mediterráneo (europea)

Hace muchísimo tiempo, cuando el mar estaba aún más desierto que los mismos desiertos, vivía un joven en la orilla norte del Mediterráneo.
El pobre no era demasiado atractivo, pues tenía la cabeza un poco grande y caminaba como un mono. Pero tenía una voz muy cantarina y, lo que es más importante, una inteligencia excepcional: el cerebro de nuestro joven homo sapiens era tan grande como una sandía. No había día que no inventara una nueva técnica de caza o fabricara un utensilio de cocina para mejorar la calidad de su alimentación; siempre estaba experimentando con todo lo que la naturaleza le ofrecía, es decir, con piedras, metales, maderas, plantas y animales, para tratar de descubrir cosas nuevas.
Este joven sabio de la Prehistoria tenía una hermana gemela a la que quería con ternura. Eran como uña y carne, y formaban una pareja ideal a la hora de trabajar. La joven era menos impulsiva que su hermano y siempre le daba buenos consejos.Por desgracia, su fructífera cooperación no tuvo tiempo de dar sus frutos, ya que un día se vieron bruscamente separados por un violento cataclismo. El agitado mar se llevó el acantilado en el que vivían y les arrastró en direcciones opuestas. El joven fue a parar al oeste de la cuenca mediterránea, justo enfrente de su hermana, que acabó en el este, en lo que hoy es la costa del Líbano.
Pasaron algunos meses y los dos se quedaron a vivir en el lugar donde el destino les había conducido. Él formó una familia en Occidente y ella en Oriente, pero nada ni nadie conseguía hacerles felices. Hasta que al final se dieron cuenta de que no podían vivir el uno sin el otro.
Entonces el joven homo sapiens decidió ir a buscar a su hermana. Y después de un terrible viaje lleno de dificultades y de extraños monstruos, la encontró en las orillas de su nuevo y lejano país.
A partir de entonces, se trasladaban por turno el uno a la región del otro y se reencontraban tanto en el este como en el oeste. Tardaban varios meses en recorrer el camino, pues éste serpenteaba a lo largo de la costa y les obligaba a dar grandes rodeos. La única forma de evitarlos hubiera sido cruzando el mar, pero el joven, que no sabía nadar -pues en aquella época nadie sabía nadar-, no quería ni oír hablar de ello. Durante uno de sus reencuentros, intentaron buscar una forma de solucionar ese problema. El hermano dijo a la hermana:
-¡Ya está, hermanita! ¡Se me acaba de ocurrir una idea! ¡Inventaré una cosa para flotar! Cogeré el esqueleto de un conejo, lo recubriré con la piel de otro conejo y lo untaré de pez para que pueda flotar en la superficie del agua. ¡Así podremos visitarnos con mayor facilidad y más a menudo sin ni siquiera mojarnos los pies!La hermana, siempre buena consejera, le dijo:
-Es una idea muy buena, pero puedes mejorarla. Creo que un conejo es demasiado pequeño para colocar los dos pies, sería mejor que utilizaras el esqueleto de un asno. Pero, como sus huesos son demasiado porosos, deberías coger unos tablones de madera y darles la forma de unas costillas. Si luego los unieras formando una estructura parecida al esqueleto de un asno, la recubrieras de piel y la embadurnaras de pez, entonces, ¡conseguirías una verdadera proeza!
Y haciendo lo que su hermana le dijo, el inteligente joven, mientras canturreaba, inventó el barco.
Y nunca más el Mediterráneo fue un desierto de agua salada.

II- Domingo siete (argentina)

Erase una vez dos compadres, uno rico llamado Cosme y otro pobre llamado Beto; el pobre era tan pobre que a veces tenía que recurrir a la ayuda de su compadre; pero éste era bastante avaro y siempre le ponía miles de "peros" para no aflojarle ni un centavo.
Un día el pobre salió en busca de trabajo pues las necesidades eran muchas y los dinerillos pocos... pero esta vez salió con un rumbo distinto al de siempre.
- "Puede que me cambie la suerte" - pensó y se puso en marcha.
Anduvo hasta casi la oración (crepúsculo) y ya perdía las esperanzas cuando a lo lejos divisó un rancho....
Al llegar comprobó que estaba abandonado y decidió volverse antes de que anocheciera. De pronto sintió que venía gente. El susto lo hizo dar un salto y se escondió en un tirante del techo.
Eran unos paisanos que el nunca vio. Entraron en la casa, prendieron un fueguito y entre vino y vino comenzaron a cantar:
- Lunes y martes,y miércoles tres,jueves y viernes,y sábado seis...
La reunión se iba animando cada vez más y se largaron a bailar, siempre con los mismos versos.
El pobre Beto se divertía de lo lindo pero con el pasar de las horas y siempre la misma canción se comenzó a aburrir entonces cuando los cantores llegaron a "sábado seis", el gritó:
- A las cuatro semanasse ajusta el mes....!
Los hombres pararon de cantar; miraron al lugar desde donde salió la voz y dijeron: - Baje, amigo, ¿que hace allí?...
- Los oí llegar y me asusté.
- No se preocupe compadre, le estamos muy agradecido porque nos ayudó a alargar un poco nuestra canción - y en recompensa le dieron una gran cantidad de dinero en oro.
Al llegar a su casa pasao de contento, Beto le dijo a su mujer que fuera a los de Cosme a pedirle prestado una balanza para medir las onzas regaladas.
Cosme, intrigado por el pedido, untó un plato de la balanza con grasa con la intención de que un poco de lo que fuera pesado quedara en el plato. Al regresar el aparato, notó que en la grasa había polvo de oro y fue inmediatamente a lo de Beto y le preguntó:
- ¿De donde has sacado oro?
Mientras Beto le contaba, Cosme planeaba hacer lo mismo para ampliar sus arcas; y así lo hizo... fue al mismo rancho, se trepó en la misma viga y llegaron los gauchos cantores que prendieron fuego y descorcharon los vinitos y entonaron:
- Lunes y martes,y miércoles tres,jueves y viernes,y sábado seis,a las cuatro semanasse ajusta el mes...
La repetición del canto empezó a impacientarlo y cuando llegaron a "sábado seis" pegó el grito:
-¡Falta domingo siete!
Los paisanos enardecidos bajaron a Cosme de la viga y en cuanto empezaron a propinarle una paliza, éste logro zafar y salió como alma que lleva el diablo.
La historia se propagó como un secreto a gritos y así cuando alguien dice algo inoportuno se exclama: "¡ya salió con un Domingo Siete!".

III- Pachamama, el castigo de la tierra (argentina)

Don Hilario y su hijo solían cazar guanacos, vicuñas y llamas; por lo general mataba más animales de los que necesitaba, aunque a los sobrantes los vendía luego en el pueblo. Es sabido que la Pachamama, Madre tierra, no permiten que cacen sus animales por deporte, y menos que maten a las madres de las manadas. Don Hilario, sordo a los decires, fue cazar como todos los días, pero aquella mañana la Pachamama les dio un aviso, haciendo retumbar la tierra y produciendo derrumbes en los cerros; padre e hijo intentaron cubrirse en una saliente pero la mula se empacó y forcejeando se fue acercando al abismo hasta vencer las fuerzas de don Hilario y el animal cayó al abismo... esta fue el primer pago que cobró la Pachamama.
Segundo después se terminaba el temblor y volvía el silencio a las peñas... los viajeros, asustados, contemplaban al mular al fondo del precipicio... asustados corrieron a hacerle una ofrenda a la Madre tierra, para calmar su enojo. Enterraron cosas que llevaban, como ginebra, coca y un cigarrillo, le hablaron en voz baja, con mucho respeto, pidiendo perdón, buenas cosechas y muchos animales.
Don Hilario pidió permiso para seguir cazando. La gente del pueblo también oró a la Pachamama y hasta le sacrificó una llama en su honor. Don Hilario, convencido de tener permiso para seguir cazando, se internó en los cerros, pero no lo siguieron ni su hijo ni la gente del pueblo. Luego de la cacería, Hilario retornó a su rancho y no encontró a su chango, que había salido a juntar las cabras... Preguntó a los vecinos, que nada sabían... Lo buscaron hasta pasada la oración, interrumpiendo la búsqueda al caer la noche.
Rastrearon las huellas del muchacho por uno y otro lado, pero fue inútil. Sólo al caer la tarde hallaron las cabras, lejos del caserío. Pasaron varios días y semanas y hasta el mismo Hilario dejó de buscar a su hijo.
Una madrugada, unos arrieros que bajaban al pueblo, vieron de lejos al hijo de don Hilario... cabalgaba sobre un guanaco guiando a la manada... parecía un fantasma... iba vestido con pieles, y desapareció en la neblina del monte junto con los animales.
La Madre tierra volvió a cobrarse una deuda... llevándose al único hijo que don Hilario tenía, a cambio de los animales que él había matado innecesariamente.
Los arrieros contaron lo visto a don Hilario, quien comenzó a realizar ofrendas a la Pachamama, quien no le otorgó buenas cosechas, pero tanto y tanto debió orarle y tan puro habrá sido su arrepentimiento, que al cabo de unos años don Hilario se vio bendecido con otro hijo... a quien enseñó el respeto por los animales y la tierra.

IV- La Laguna del Tesoro (argentina)

"Una vez mandaron a un hombre algo inocentón a campear unos bueyes que se habían refugiado entre las malezas del bosque, en las lomas y cerrilladas de más arriba de Arcadia. A los días volvió con el cuento de que había dado con una laguna de gran tamaño rodeada de alisos y nogales, saúcos y totoras; que él, oculto entre unos helechos gigantescos, vio en el agua, sentada en una piedra que sobresalía, a una mujer muy bella que se hacía pasar un peine de oro por sus cabellos que rebrillaban con luces de ese metal. Dijo el hombre que las aguas se habían agitado bravamente cuando comenzó a emerger un toro de astas doradas que llegó hasta la orilla arrastrando una pesada cadena de oro. El caso se difundió rápidamente. Los hombres más corajudos y codiciosos se fueron en expedición. Llevaban oculta intención de enlazar a la bella y al toro a quien consideraba su guardián. Se cansaron de deambular entre montes y cerros y no hallaron ni rastros de la laguna y sus moradores".
Se cuenta que de todo el imperio inca se llevaba oro a Cajamarca, Perú, para pagar la recompensa que liberaría al Inca Atahualpa, pero al enterarse de que Pizarro mató al Emperador indio, los tesoros se arrojaron en el camino, pero bien ocultos. una de esas cargas fue a parar a una laguna que luego se denominó Laguna del Tesoro; en dicha laguna, en el fondo, junto a los invaluables tesoros, se encuentra un gigantesco toro de astas doradas (algunas versiones representan al toro color negro) que hace enloquecer las aguas y sale al encuentro de todo aquel que intente recuperar el oro allí oculto.

V- La desaparición de la ciudad de La Serena (chilena)

Algunos dichos populares dicen: El amor mueve montañas o amor es más fuerte, pero tras conocer la siguiente historia deberíamos instaurar uno que dijera: El amor hace desaparecer ciudades.
Y es que la leyenda de la Desaparición de la ciudad de La Serenanos cuenta la historia de Juan Soldado, un joven buenmozo y muy humilde que se enamora de la única hija del rico cacique de la ciudad. Pese al enfático rechazo de su padre, la chica se enamora de Juan Soldado y decide casarse con él. Justo en el momento en que el cura iba a dar inicio al sacramento, en la iglesia se comenzó a sentir un fuerte alboroto. Todos los presentes comentaron que se acercaba a la ciudad el padre de la novia, con la firme intención de matar a los futuros esposos para luego, incendiar y destruir toda la ciudad.
Nadie sabe qué, ni cómo pasó, pero el asunto es que cuando el padre enfurecido pisó los alrededores de la ciudad, ésta de pronto se desvaneció, se esfumó.
Acompañado de sus soldados recorrió a caballo montes y praderas, pero todo era un peladero. La ciudad no estaba. Había desaparecido.
Cuentan que, a veces, por lo general los sábados, las personas que pasan cerca del lugar donde estaba emplazada dicha ciudad, se escuchan música y canciones. Otros dicen que para viernes Santo la ciudad se hace visible a los que la contemplan desde lejos, pero la imagen comienza a desvanecerse en la medida en que la gente se acerca a ella.

VI- El Vizconde Mizi Xja y el melocotón mordido (oriental)

Kojiki, Antecedentes de antiguos asuntos. Yamato-takeru asesina a los hermanos KumasoUn día, el emperador Keiko fue informado de que la tribu Kumaso de Tsukushi se había alzado en armas contra él.
El Soberano Celestial, que confiaba en el valor y la ferocidad de su hijo, llamó al noble Oh-usu, un joven de dieciséis años, y le dio esta orden "En el oeste, hay dos guerreros Kumaso. Ambos son rebeldes e insolentes. ¡Atrápalos!" Y, con este encargo, lo despachó. Antes de partir, el noble Oh-usu fue a ver su abuela, la noble Yamato-ime, que le dio su blusa y su falda para que se las pusiera. Escondió el joven un puñal en su pecho y se puso en marcha.Cuando alcanzó la casa de los osados Kumaso, vio que estaba rodeada por tres hileras de guerreros, que acababan de habilitar una cueva cercana como su base y que, con grandes ruidos, iban preparando su comida para un festín. Y el príncipe Oh-usu paseó por la zona, esperando a que empezasen las festividades. Cuando el día de la fiesta llegó, cepilló y alisó su pelo, que llevaba recogido en un moño masculino sobre su cabeza, y se puso la falda y la blusa de su tía. Aprovechando que parecía una muchacha, se mezcló entre las concubinas y se introdujo en la cueva.Cuando los dos osados Kumaso, el mayor y el menor de los hermanos, se fijaron en el joven, grande fue su contento. Le invitaron a sentarse entre ellos y se divirtieron mucho con él. Cuando, gracias a la bebida, llegó el momento más dulce, el noble Oh-usu extrajo de su pecho el puñal, cogió al mayor de los Kumaso por el cuello de sus ropas y le traspasó el pecho con él. Horrorizado, el menor de los Kumaso salió corriendo para salvar la vida, pero el noble Oh-usu fue detrás de él y le alcanzó al pie de la escalera de la cueva, donde le atacó por detrás, introduciendo el sable por el recto. El valiente Kumaso habló, y dijo: "No muevas la espada pues, yo, vuestro humilde sirviente, tengo que deciros algo". El noble Oh-usu, que lo mantenía tumbado en el suelo, le dio cuartel. El valiente Kumaso volvió a hablar y preguntó: "¿Quién sois vos, noble joven?" "Soy el noble hijo de Oho-tarashi-hiko-Oshiro-wake, el emperador celestial que mora en el palacio de Hishiro en Makimiku y gobierna la tierra de las Ocho Grandes Islas; y mi nombre es Rey Yamato-oh-guna. Al saber que vosotros dos, los valientes Kumaso, erais traidores y no le respetabais, me ordenó venir aquí y acabar con vuestras vidas.El valiente Kumaso respondió: "Eso es cierto. Nadie en el oeste es tan valiente ni tan indómito como nosotros. Pero en la tierra del Gran Yamato, un hombre hay que más valiente que nosotros dos es. Por ello, te ofrezco un nombre noble. Desde ahora, mereces ser reconocido como el noble muchacho Yamato-takeru". Tan pronto como acabó de decirlo, el príncipe lo rajó a cuchilladas, como a un melón maduro, y acabó con su vida. Desde entonces, le rindieron honores llamándole con el noble nombre Yamato-takeru. Cuando volvía a la capital después de esta gesta, sojuzgó y pacificó a todas las deidades de las montañas y de los ríos y las deidades del estrecho de Shimonoseki y se dirigió a la capital.

VII- La leyenda del joven y su tutor árabe (oriental)

Se cuenta que el visir Bard al-Din, gobernador de Yemen, tenía un hermano, de belleza tan poco común que tanto hombres como mujeres se detenían a su paso y recreaban su vista con los muchos encantos de su aspecto. El visir, que temía que algo impropio le pudiese ocurrir a un ser tan encantador, le mantenía apartado de los ojos de los hombres e impedía que tuviese amigos de su edad. Como no deseaba enviarlo a las escuelas coránicas con otros jóvenes, para evitar que se fijasen demasiado en él, pidió a un anciano venerable y piadoso, conocido por su castidad, que viniese a su casa como tutor, y le cedió unas estancias contiguas a las de su propia mansión.El anciano venía todos los días a palacio pasaba muchas horas con el estudiante. No pasó mucho tiempo antes de que la belleza y el poder de seducción de éste surtieran los efectos habituales; tras unas pocas semanas, el anciano estaba tan profundamente enamorado de su joven pupilo que oía en su fuero interno cantar a todos los pájaros de su juventud, un canto que despertó en él algo que llevaba mucho tiempo dormido. Como no conocía otro modo para controlar sus sentimientos, lo que hizo fue abrir su corazón al joven y decirle que no le era posible vivir sin él."¡Ay!", dijo el joven, profundamente emocionado por los sentimientos de su maestro, "mis manos están atadas y mi hermano controla todos y cada uno de los minutos de mi vida". El anciano suspiró y dijo: "¡Cuánto anhelo pasar una noche a solas contigo!". "Puedes decir lo que quieras", respondió el joven; "pero, si mis días tan bien guardados están, ¿cómo piensas que son mis noches?". "Lo sé, lo sé", dijo el anciano. Pero mi terraza está junto a la tuya; debería serte fácil trepar discretamente de tu ventana a la terraza cuando tu hermano esté dormido. Podemos vernos allí y yo te ayudaría a escalar la pared para subir a mi propia terraza. Y allí, nadie podría vernos".Al joven le gustó la idea. Hizo semblante de irse a dormir aquella noche, pero tan pronto como su hermano el visir se retiró, escaló a la terraza, donde el anciano estaba esperándole. El sabio le ayudó con la mano a salvar la separación y llegar a su propia terraza, donde había dispuesto para su agrado bandejas de fruta y copas rebosantes de vino. Se sentaron en una estera blanca a la luz de la luna, y empezaron a beber y cantar juntos, inspirados por la claridad de la noche y los suaves rayos de luz de las estrellas, que iluminaban su camino hacia el éxtasis. Mientras el tiempo pasaba gozosamente, el visir Badr al-Din despertó de repente con la idea de que tenía que comprobar qué tal estaba su hermano menor, con la consiguiente sorpresa al ver que no estaba en su habitación. Tras buscar por toda la casa, salió a la terraza y, por encima del muro, vio a su hermano y al anciano sentados juntos, sosteniendo sendas copas de vino.
Anciano requebrando a un joven
Quisieron los hados que el anciano notó la maniobra del visir y, con notable presencia de ánimo, interrumpió la canción que estaba cantando e improvisó con tal acierto unas estrofas que los versos quedaron hilvanados con gracia. Pasó de cantar:
Su boca bendijo la copa con su salivaAntes de juntarse con la míaY el rubor de su mejilla, El rojo del vino diluíaA empalmar, sin que se notase, Vuestro excelso hermano, Luna Llena del Deber No debería oponerse Si os llamo Luna Llena del Placer, Sereno y sin tacha



VII- La Llorona (chilena)

Recopilado por Julio Arancibia O.
El tiempo pasaba. Ella no lo notó al principio, pero de pronto un día se dio cuenta que su marido cada vez venía menos a casa. Comprendió que su ausencia se debía al mucho trabajo que él tenía, pero eso no la consoló. La mujer entristeció al principio, mas quizás qué defensa interior oculta hizo que se fuera poniendo cada vez más agresiva, y nadie sabe cómo, terminó mezclándose en magia negra. Esto último fue la gran noticia-copucha que comenzó a rumorearse por esos días por San José, que la tal Norma que vive cerca del río practica la magia negra y todo tipo de asuntos raros con el fin de dominar a las personas. Se decía que cuando sus hijos se dormían, ella iba río arriba, hacia el sur, y sacrificaba guaguas al mismísimo Satanás, a quien también se ofrecía en cuerpo y alma. Asimismo, contaban que encendía una hoguera y cumplía extraños ritos con los animales.
Fue un largo tiempo el que pasó mientras Norma se dedicaba a sus oscuras actividades y su esposo no se aparecía, hasta que un buen o mal día, éste llegó de visita. Antes de ir a casa, en un lugar de mal beber, se puso al tanto de todas las atrocidades que se rumoreaban sobre su mujer. Cuando llegó al hogar a orillas del río conversó con ella, pero ésta negó todo. Sin embargo, la intranquilidad ya se había apoderado del corazón del hombre. Por eso, un día, después de que su mujer se levantó a medianoche, él la siguió hacia el lugar donde practicaba sus ritos oscuros, y vio, con horror, cómo quemaba unos bebés en la hoguera y luego se entregaba a juegos prohibidos con un macho cabrío negro de ojos rojos mientras invocaba al Señor de la Oscuridad.
Presa del pánico, el esposo huyó del pueblo junto a sus hijos esa misma noche, antes de que su mujer regresara, al amanecer. Nadie lo vio desaparecer y nunca más se supo de él. En cuanto a Norma, cuando volvió a casa y no encontró a sus hijos, enloqueció de pena, gritando de rabia y dolor. Sus gritos fueron tan desgarradores y fuertes, que hasta los mismos demonios que vagan constantemente por la tierra para aquejar a los seres humanos, se espantaron al oírla. Y sucedió que después de los lamentos, la piel de Norma se secó y su cuerpo se marchitó, y comenzó a llorar de una forma horrenda y escalofriante por siempre jamás.
La gente que salía a altas horas de la noche contaban que oían a una mujer llorar a lo lejos. Unas pocas personas que en aquellos tiempos la pudieron ver, luego enloquecieron, gritando que habían visto un cadáver caminar flotando por el aire, hirviente de gusanos y envuelto en jirones de ropa manchada de sangre negra. También gritaban que el espectro de esa mujer preguntaba con lastimera voz por sus hijos, tragándose el alma de aquel que le respondiera. Por eso, todos huían de ella En aquellos tiempos fue cuando se la bautizó como la Llorona, mujer de la noche, tragadora de almas.
La gente comenzó a temerla, y cuando se escuchaba su llanto se cerraban las puertas y ventanas de todas las casas. Pero algo bueno debe tener su espíritu, pues se dice que si alguien tiene pacto con el diablo no puede sufrir daño por ella, porque huye, sin querer mezclarse con Satanás, ya que de él vendría toda su desgracia, que se inició el día en que ella lo prefirió ante la ausencia de su esposo.
Otra forma de hacerla huir es gritarle su nombre –Norma-, y entonces ella se esfuma. También se dice que la Llorona busca raptar niños para absorberles el alma y dejar sus cuerpos tirados cerca del río o en los cerros.

VIII- El mito de Prometeo (griega)

Prometeo, hijo del titán Jápeto y de la ninfa del mar Clímene, y su hermano Epitemeo fueron los encargados de crear la Humanidad y de la ¿titánica¿ tarea de proveer a los seres humanos y a todos los animales de los recursos necesarios para la subsistencia.
Epitemeo creó a todos los animales; por su parte, Prometeo fue modelando una mezcla de tierra y agua creó a los hombres. Prometeo, empeñándose en que éstos fueran superiores al resto de las criaturas mortales, les concedió el fuego.
El desencadenante de la ira de Zeus contra Prometeo y los hombres fue la disputa realizada por los hombres y los dioses en MeKone (Tesalía) por las partes de los animales sacrificados. Prometeo dividió por un lado la carne y las entrañas ricas en grasa, ocultándolas dentro del estómago del buey en disputa. Por otro lado colocó, con engañoso arte, los huesos de buey cubiertos con grasa blanca. Luego le pidió a Zeus que eligiese entre las dos divisiones, el dios optó sin dudar por la grasa y se encolerizó al descubrir lo que ocultaba. A partir de ese momento sólo las grasas y los huesos se entregaron a los dioses en sacrificio; mientras que la buena comida era utilizada para su consumo por los mortales.
Zeus, dolido y resentido por el engaño que acababa de sufrir, decidió vengarse de ellos privando a los mortales del fuego, elemento fundamental no sólo para la cocción de los alimentos, sino también para sobrevivir de las heladas. Prometeo, realmente desesperado, robó la luz del fuego eterno utilizando una caña hueca, sabiendo que esta acción originaría un castigo por parte de Zeus. A pesar del riesgo, los mortales recuperaron el fuego gracias a su valentía.
Castigo de Zeus a Prometeo.- Pero esta vez Zeus no perdonó ni a Prometeo, ni a los humanos y ordenó encadenar a Prometeo a una columna. Esa misma columna, según Esquilo, era sostenida por otro hermano de Prometeo: Atlas. Lanzó, además, un águila para que durante el día le comiera el hígado, un órgano que durante la noche se regeneraba por completo. Prometeo sería liberado de tanto sufrimiento muchos años más tarde por Hércules, que mató el águila con una flecha, debiendo cargar con las cadenas toda su eterna vida.

IX- NARCISO (griega)

Hacía ya tiempo que el dios del río, Sísifo, se había fijado en la encantadora ninfa Liriope. Siendo como era un dios, consiguió su deseo y Liriope acabó concibiendo. El día marcado por el destino, dio a luz un muchacho y, como sentía curiosidad por saber lo que le reservaba el destino, fue a preguntar al vidente ciego Tiresias cuál sería el destino de su hijo. "Vivirá muchos años" dijo el sabio "pero ay de él si mira su propio reflejo, pues será su perdición". Su madre hizo que se retirasen todos los espejos y creció así sano y fuerte, y más hermoso que ningún otro. Tan a menudo le decían cuán hermoso era que empezó a creer que su belleza era fuera de lo común.Muchos fueron los que se enamoraron del hermoso muchacho. Incluso de niño, sus ayas caían rendidas a sus pies y, cuando tenía dieciséis años, todas las mujeres de la ciudad suspiraban por él, pero él creía que ninguna era suficientemente buena para él. Un día, su vecina Aminías, no pudo aguantar más y confesó a Narciso cuánto lo deseaba y le pidió que fuese su amante. Narciso no contestó sino que, con un sirviente, le envió una daga como respuesta. Aminías entendió el "regalo" y con esa daga puso fin a su vida, pidiendo a los dioses que su ira cayese sobre Narciso, a quien le echó la maldición de que en el amor recibiera el mismo desdén con que había tratado a los demás.Eco era la ninfa de una montaña que una vez ayudó a Zeus distrayendo a Hera charlando de temas intrascendentes cuando ésta se acercaba al lugar donde el dios del trueno estaba formulando sus votos matrimoniales. La treta de Eco daba tiempo a los invitados de Zeus para que pudiesen abandonar el lugar. Pero cuando Hera la descubrió, estalló airada: "¡Que esa lengua maléfica permanezca silenciosa de ahora en adelante! Permanecerás en silencio y sólo hablarás cuando te hablen, y hablarás como mucho con sonidos cortos!".Y así, cuando Eco dio con Narciso una mañana, justo cuando el joven estaba luchando con un ciervo al que acababa de capturar en sus redes, sólo pudo mirarle, y no hablar. Y así, sólo miró. Por sus venas, corrió el deseo. Aun cuando deseaba con todas sus fuerzas seducer al hermoso joven con sus dulces palabras, sólo pudo mover sus labios en vano.Narciso notó que le miraban. "¿Quién eres?" gritó."Eres" respondió Eco, que sólo acertaba a repetir lo que le decían."Déjame verte" dijo el muchacho."Verte" dijo Eco.Intrigado, Narciso gritó: "¿Cómo te llamas?"."Llamas", contestó la ninfa. Y, incapaz de contener su deseo, salió de su escondrijo y se arrojó, ardiente y jadeante, sobre el hermoso joven quien, como ya estaba algo acostumbrado a estos comportamientos, se rehizo y se liberó rápidamente de su abrazo, perdiéndose en lo más profundo del bosque, dejando sus redes tras él.Eco le siguió, intentando llamarle para disipar sus miedos, pero no pudo producir sonido alguno. El muchacho desapareció rápidamente de su vista. Durante semanas, la ninfa erró por el bosque en búsqueda de su amado, sin comer y sin apenas dormir. Pronto se puso tan delgada que de ella nada quedó que se pudiese ver con los ojos. Aún hoy en día, erra por las montañas del mundo y sigue buscando a Narciso. Su hogar son las quebradas más pedregosas y los valles más profundos. Puedes llamarla a gritos y, si está, te contestará, pero sólo con las mismas palabras que le hayas dicho. Por decreto de Hera, no puede hacer otra cosa. Una tarde, un mes después de haber huido de Eco, en un bosque apartado en lo alto del monte Helicón, Narciso cayó de rodillas, cansado de cazar y de ser cazado. Frente a él, corría un manantial de aguas claras y profundas, cuya superficie, gracias a la luz recibida a través de las copas de los árboles, era un espejo perfecto. Narciso había visto muchas veces su propia sombra, pero jamás había visto su reflejo. Así, cuando, a cuatro patas, se inclinó hacia delante y miró en el manantial, quedó asombrado por la imagen de insuperable belleza que le miraba. No había visto jamás una cara como la que estaba escrutando. Por primera vez en su vida, se enamoró.
Inclinó hacia abajo su cara para besar y abrazar al joven del manantial. Pero sus labios y sus brazos sólo hallaron agua. Aunque se retiró rápidamente, el reflejo se vio alterado por un momento por las ondas del agua. Creyendo que su amado había huido de él como él mismo había hecho en otras ocasiones, Narciso empezó a llorar. Pero, a medida que las ondas se iban desvaneciendo, la hermosa cara apareció de nuevo. "No me abandones, hermoso amigo", rogó. "¡Quédate, amor mío!"Nuevamente se inclinó Narciso para tocar el cuerpo que había en el agua, pero la imagen se volvió una vez más borrosa cuando su mano hendió la superficie. Seguro como estaba ahora de que acababa de perder a su verdadero amor, se tiró del pelo y se arañó la garganta. Cuando se calmó y las aguas se aclararon, una vez más, apareció la cara del amado, ahora herida y desencajada. Se sintió aterrado y lloró.Cuando el carro de Helios acabó su recorrido por el cielo, una noche gris cubrió el bosque, pero Narciso no se movió. No tenía ojos más que para el esquivo joven del manantial. Las primeras luces del día le sorprendieron mirando intensamente en las profundidades del agua. La cara que apareció poco a poco era demacrada y ausente. Desplazó su mano al agua para acariciar esa mejilla, ahora tan preciada, y surgieron nuevamente sus frustraciones del día anterior."Te quiero, te quiero" gritó mil veces al manantial. La cara, igual que la de Eco, movió sus labios pero no emitió sonido alguno. Incapaz de dejar la orilla del manantial, Narciso llegó a morir en ese lugar que no deseaba abandonar, mientras su cara, antes hermosa, se volvía desencajada y grotesca. Las ninfas de la montaña le encontraron y le habrían enterrado pero, cuando preparaban el funeral, su cuerpo se desvaneció y, donde yacía, se abrió una flor de pétalos dorados con delicados matices blancos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
Muchos gusto, soy Iride González del 1º G. Me gustaría decir que encuentro una super buena idea el haber creado este blog. Ahora no tengo más problema para leer los cuentos que nos están pidiendo. Es bueno no quedarse en el pasado y aprovechar las oportunidades que nos está ofreciendo actualmente la tecnología. Espero que sigan con esta iniciativa cuanto tiempo sea posible.
Gracias. Chao
Iride González, 15/04/2008
Se despide super agradecida.
Iride.

Lenguaje y Comunicación dijo...

Iride, muchas gracias por tu comentario. Nos incentiva a seguir trabajando para ustedes.

Anónimo dijo...

BUENO SI ME GUSTA PERO QUIERO CORTOS NO TAN LARGOS ASTA LUEGO ME LLAMO ALLISSON SOY DE SANTA ISABEL TLANEPANTLA PUEBLA TENGO 12 AÑOS Y BOY EN LA CQ DE OTILIO MONTAÑO EN ZACAOLA 09/09/13 ADIOS QUE TENGAS UNA BUENA VIDA Y SALUD